...desayunar con Rosco de Reyes. Me relamo todavía el sabor impregnado en los labios. Es el mejor placer para decir adiós a estas placenteras navidades.
Unas navidades llena de pequeños placeres diarios.
La nochebuena, rodeada de la family, aunque con ausencia notable, que revoloteaba entre nosotros sonriéndonos, lo sé.
Una Navidad llena de regalos y risas ante las sorpresas que aguardaban los paquetes envueltos. Lo que había pedido (sigo haciendo carta, como debe ser), lo recibí, más sopresas inesperadas.
Después vinieron dos días de escapada a Goizueta, rodeada de juegos y más sonrisas de niños. Aunque el estrés de una inocentada se apoderase de nosotros. Pero esto es uno de esos placeres de los cuales no te quieres desprender.
Un día de compras literarias junto a Manoliya por Donostia. Unas cañitas con un encuentro casual de los más agradable. Y un final de día de lo más extraño, tomando las uvas a las 23:28 de un día 29 de Diciembre. Acumulación de pequeños placeres.
La llegada del final del 2009 no pudo ser más diferente y contradictoria: haciendo turismo por Bilbo, tras trabajar una horita y poco sacando scketches en un bar. Un paseo junto con los del trabajo, intentando maravillarme con lo supuestamente maravilloso de esa ciudad.
Y por fín llegó la nochevieja, que fue de lo más...senil. Sí. Después de comer las 12 uvas con el reloj de la iglesia que marcaba menos cinco, pero tocaba las campanadas, sin pensar que nos lo pudiésemos pasar bien, ya que no había fiesta a la vista, nos dirigimos al local a observar a las personas mayores del pueblo (edad media unos 60 años) cómo bailaban "En la fiesta de Blas". Ver ese espectáculo tan dantesco pero a la vez tan extraordinario, nos animó a bailar, reír, beber y disfrutar del nuevo 2010. Y viendo con gran placer como mis padres intentaban sacarse fotos como dos adolescentes.
El año nuevo no podía comenzar de mejor manera: escuchando el volteo de campanas de Argelita. Un placer mayúsculo. Y sin resaca, todo sea dicho. Un tranquilo día, en un bonito paraje, rodeada de gente alucinante y comiendo lo mejor que se puede hacer en un lugar como ese...una riquísima paella.
Con el 2010 ya de pleno, que mejor manera que empezar cumpliendo con el propósito de todos los años de bajar esos kilos de más, una caminata de dos horas y pico por el monte. Todo mujeres, por lo que a estas alturas no sé yo si cansaba más el parloteo constante o la subida de una hora. Un cansado placer que fue premiado con un almuerzo que echa para atrás cualquier propósito.
Y con la llegada del primer domingo del año, visita familiar obligada. Meses después de estar sin viendo a la parte paterna de la familia, se agradece que se entusiasmen con tus nuevos proyectos que ya estás cansada de contar. Pero la bajada a la civilización no fue sólo para hacer visitas familiares, sino también para ver el primer partido de la Real del 2010. Un partido que empezó con las quejas de los aficionados por el lugar donde nos habían colocado a los visitantes, y la desesperación de ver cómo empataban a los dos minutos de cantar "El año que viene, en el Madrigal", con más ímpetu que nunca.
Y aunque ayer me perdí la cabalgata de los Reyes Magos que tanto me gusta ver, no tiene comparación con la sorpresa (algo fallida) que le dimos a una amiga con su regalo de reyes particular.
Pero aquí no se terminan los pequeños placeres, y todavía continúan. Porque del 12 al 17 de junio, tengo billete para unas pequeñas vacaciones en Ibiza, junto a una amiga increíble, que es la Reina Maga personificada con esta gran sorpresa.
Y todavía queda día por delante. ¡Qué placer!